Ojos de niño
Definitivamente no pestañeaba. No podía cerrar sus asombrados ojos ni un instante, temiendo que la imagen desapareciese y no tornase jamás. La boca abierta, tratando de absorber no solo aquel cuadro sino también la esencia del espectáculo que se ofrecía ante el niño de seis años, que escondido entre restos de tablones, era testigo del entrenamiento matinal de Dara.
La academia Nolani, símbolo y cimiento de generaciones de guerreros de Ascalon en tiempos ya pasados y olvidados, acogía entre sus muros al clan. El olor del pan recién hecho se mezclaba esa mañana con los fríos aires de la montaña y con el sudor de Dara que se ejercitaba con hacha y escudo con sus compañeros Elladan y ZrOiT.
Y aquellos ojos de niño no parpadearon ni siquiera una vez…
Ojos de guerrero
Un mentón duro. Unos ojos profundos, hirientes. Los labios decididamente apretados. El guerrero se aprestaba, firme, rocoso, inmenso. Él y su compañía mantenían la posición ante la carga de dragones y Charr. El choque era inminente…
Y esos ojos revivían en aquel instante el recuerdo de aquella guerrera, alta y negra. Ágil como viento, dura como acero. Revivía su olor. Revivía la danza, de aquella nívea melena corta, que acompañaba a cada golpe de hacha y escudo. Aquella danza había entrado por sus ojos de niño y robado para siempre su alma.
La carga era feroz. No hubo ni un solo retroceso.
Y aquellos ojos de guerrero no parpadearon ni siquiera una vez…