Prisioneras
Un rayo de luz atravesaba la oscuridad de la estrecha y húmeda celda jugando con la plateada melena de Dara. Los párpados cerrados, temblorosos. La respiración agitada. Velando su reposo, Sure Aure vendaba las costillas fracturadas de Dara mientras una invocación arcana brotaba de sus hermosos labios. Sure sabía que no sanaría a Dara a tiempo de salvar a las dos pero no cejaba en su generoso empeño. Al menos su amiga y compañera de clan tendría una oportunidad.
Los pensamientos de Sure la transportaron a aquel claro en la espesura de la selva. La madre luna mostraba su plenitud, iluminando la senda de las viajeras. El verano acariciaba cálidamente sus rostros mientras una coral de grillos, silenciaba respetuosamente su canto al paso de la comitiva. Y cuando se hizo el silencio, vino la emboscada.
Las imágenes se agolparon precipitadamente. El fragor del combate resonaba, martilleando sus recuerdos. El olor a sangre y carne inundaba la escena. Sure podía oler el miedo en sus atacantes. Veía a Dara, segando miembros, cortando cabezas, arrancando vidas. Admiraba a Dara sufriendo, mientras decenas de enemigos surgían de la nada. Se observaba a si misma agotando su maná mientras protegía lo que quedaba de la compañía. Una última mirada de Dara, implorando a su amiga Sure para que huyera. Una negativa decidida y fiel. Más fervor en sus letanías. Hasta que se hizo la oscuridad y ya no hubo más sensaciones.
El Manto Blanco había preservado sus vidas con un fin peor que la muerte. Prisioneras, torturadas y luego utilizadas como esclavas guerreras en los Juegos de Aniquilación. Eran el entretenimiento de los decadentes dirigentes del Manto y tenían que pagar con sangre su libertad. Dara se había batido valerosamente, con la efectividad heredada de sus maestros Elladan y ZrOiT y ya estaban casi al final del camino. Ocho combates superados y en el noveno... Aquel martillo percutió explosivamente sobre el esternón de Dara mientras hundía su espada de fuego en el fondo de las entrañas de aquel Troll.
Sure aliviaba la ardiente frente de Dara, mientras lentamente regresaba del mundo de los recuerdos. Con suavidad incorporaba la cabeza de Dara mientras humedecía los febriles labios de su amiga. Habían ganado el noveno combate pero Dara no se recuperaría a tiempo para el combate de la libertad.
El combate
Sure respiró hondo, concentrada y alzando sus hermosos ojos desafió al hirviente graderío que enfervorizado rodeaba el circo. La brillante luz solar, reflejada en millones de espejos de arena, hería su vista. Pero el entrenamiento y su disciplina la mantenían alerta. Era el momento de la verdad. El enfrentamiento iba a ser desigual pero no dejaría que nadie tocase un solo cabello de Dara, que tendida a su lado seguía inconsciente.
Un murmullo siguió al griterío cuando la puerta norte se abrió. Un gigantesco Troll de unos tres metros asomó por ella, fuertemente armado y encadenado. La criatura pesaría unos 700 kilos y se movía pesadamente tras la espigada figura de un mago que avanzaba lentamente hacia Sure. Los penetrantes ojos del brujo la miraron fijamente y un gesto brusco y decidido de su mano acalló a la muchedumbre.
- Es un combate desigual. Una guerrera derribada y una sanadora.
Espetó con voz profunda el mago.
- Ofrezco igualarlo. Yo me retiraré y solo combatirá mi Troll. Si lo vences, ambas tendréis vuestra libertad.
Gritó de nuevo el brujo. Y el graderío prorrumpió en una algarada de vítores. Sure tenía claro quién era el favorito para esa chusma de degenerados.
- A cambio, mi Troll combatirá influido por mi magia. Deberás elegir el conjuro que vertiré sobre mi Troll para este combate.
Sure, miró desafiante a los ojos del mago. Después miró con desprecio a la grada y anunció.
- Cambia su tamaño. Haz que mida 100 veces más y yo combatiré contra él sin armas.
Un silencio sepulcral acalló a los presentes. Aún despreciando a los guerreros de Ascalon, jamás habían visto un acto de valor de esa magnitud. Un murmullo de respeto profundo surgió entre los presentes.
- Sea así.
Sure arrojó sus armas al suelo y avanzó decidida contra la gigantesca y demoledora criatura…
Números
- Cuéntamelo otra vez, Sure. Dime como venciste al gigante.
Dara, ya recuperada caminaba junto a Sure por la polvorienta vereda. Ambas respiraban libertad. Ambas respiraban vida. Sure suspiró.
- Fue sólo magia
- Pero tú no eres maga. – insistía pertinaz Dara
- Desde niña, en mi tierra natal , siempre he practicado esta magia. Es un secreto originario de las lejanas tierras del desierto.
Dara sonrió y calló. Sure sonrió y calló. Y ambas siguieron el camino. Mientras Sure en su interior seguía repitiendo el sortilegio…
“Al multiplicar por 100 las dimensiones del gigante, su volumen se multiplica por 100 al cubo es decir por 1000000. En cambio su superficie se multiplica por el cuadrado de 100, es decir por 10000. Por lo tanto el peso del gigante pasó a ser un millón de veces mayor, es decir unos 700.000.000 kilos mientras que la sección de los huesos de sus piernas solo se multiplicaron por 10000. Por lo tanto cada centímetro cuadrado de hueso del gigante tuvo que soportar 100 veces más de peso de lo habitual.”
- Fue fácil. Solo tuve que hacer que corriese para que sus huesos se quebrasen y muriese asfixiado. Mi magia se llama “números”.- Reconoció Sure.
Dara, sorprendida, asintió en silencio y continuaron su camino.
Tema: Crónicas de la Niebla: Números 
Jue Abr 17, 2008 5:55 pm
